Temporada de lluvias
La primavera tiene poco más de un mes de haber llegado. No se supone que llueva hasta junio o julio, pero desde hace unos días el cielo se ha venido abajo en litros y litros de lluvia. A la mayoría les alegran los chaparrones, ya sea porque benefician las cosechas o por venir a aplacar el tremendo calor.
Tengo muchas experiencias con la lluvia, lamentable ninguna de ellas romántica, puedo decir que me gusta pero prefiero no mojarme de esa agua. Con la contaminación y todos los químicos nocivos que se alojan ahí arriba, parece mejor mantenerse alejado del contacto pluvial.
Finalmente me acerco a la ventana aunque no tengo intención de cerrarla. Miro a través del cristal para ver si las gotas van en sentido contrario y así poder dejarla abierta un poco más. La noche reina hace un par de horas, el clima es tibio pero el viento sopla muy fresco.
Ahí afuera las gotas de agua se suicidan contra el pavimento, voluptuosas, dando un espectáculo bellísimo que nadie puede apreciar por permanecer refugiados en casa. Además de lo visual, una sinfonía relajante acompaña la gala nocturna.
Solo un desventurado que corre cada dos o tres pasos, se vuelve testigo de tan magnífica escena. No se apresura demasiado pues está ya muy cerca de casa, pero el cansancio, quizá sus pensamientos, lo distraen del desfile de gotas que lo persiguen.
En fin, parece que una vez más la temporada de lluvias se adelantó. Creo que es momento de cerrar la ventana.
Posdata: no olviden el paraguas en casa.
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