Escribir por escribir

 Por Fénix Figueroa



Mis profesores siempre me decían que para escribir mejor hay que practicar; en general para todo lo que hagas en la vida dicen que ¨la práctica hace al maestro¨. La constancia, los buenos hábitos, el trabajo duro, la tenacidad y un largo etcétera, te convierten en él o la mejor en lo que hagas. Para mí, que amo la escritura, se aplica con el ejercicio constante de la palabra y —muy literalmente— de la mano.

Uno de ellos me dijo que se debe escribir algo todos los días. Así suena muy fácil, pero la verdad es que no lo es. A veces no tenemos ganas de decir algo y otras, aunque lo queramos, el cerebro no logra conectar con la pluma, dando como resultado una grandiosa nada. Si esto fuera música podríamos apreciarlo de otro modo, como un silencio (mal)intencionado conformando una melodía ausente. Sin embargo no estamos en dicha disciplina.

Entonces de pronto nos encontramos con la terrorífica hoja en blanco, que lejos de ser un documento vacío o un papel intacto, viene a ser una referencia de la pálida nebulosa que envuelve a las ideas como la lana a las ovejas. En tal situación liberar al genio de la lámpara llamada creatividad parece toda una Odisea. Ni la infalible Suite No. 1 de Bach o las neuróticas piezas de Beethoven  —las cuáles sugiero para la lectura del presente texto— logran esquivar ese vaporcillo mejor conocido como "bloqueo del escritor".

Ya sé, ya sé, es una frase cliché.

Sin embargo es cierto, existen bloqueos y disiparlos es mucho más difícil que los de manifestantes. Imagínense las tres neuronas y el hámster sindicalizados y en pleno miting porque exigen vacaciones y prestaciones de ley. Caramba, no existe seguro social para las ideas.

¿Y entonces qué? ¿Me pongo a escribir lo primero que caiga en la hoja nomás pa no perder la costumbre? Puede ser buena idea. De hecho ahora que lo escribo me parece genial, así como con la ansiedad, describir lo que vemos a nuestro alrededor y ¡oh sorpresa! la musa comienza a encuerarse.

Por ejemplo ese letrero en las inmediaciones de una obra vial en el que se lee "Cuidado, hombres trabajando", que me lleva a reflexionar si acaso es que los hombres trabajadores se vuelven peligrosos o sumamente vulnerables, entonces ¿quién debe tener cuidado, ellos o nosotros? Preguntas existenciales para no dormir.

Y hablando de dudas raras e insomnicas, ¿sabían que actualmente se desconoce la esperanza de vida de una cucaracha? Lo que ocurre con esos bichos es que siempre se les ha encontrado muertos por cucarachicidio, ya sea por envenenamiento o un zapato veloz, sin embargo jamás se ha sabido de un espécimen fallecido por muerte natural. ¿Sufrirán infartos, peritonitis, cancer o diabetes? Imaginen al bichillo huyendo de sus semejantes porque no recuerda quienes son debido a la demencia senil. Si los humanos tenemos canas al envejecer ¿las cucarachas se vuelven blancas? 

Comienzo a creer que debí ser bióloga con especialidad en blatodeos porque este análisis da para una tesis de maestría, ¡Ah! si en comunicación fuera válido un tema así... En fin, padezco de un bloqueo creativo así que solo vine a escribir por escribir.

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