Échale ganas



Por Fénix Figueroa

No sé cómo comenzar este texto, ya que es difícil tratar de definir o mejor dicho de comprender el tema del que quiero hablar. Todos lo hemos escuchado al menos una vez, es ese tipo de cosas que se dicen sobre la superficie y se ocultan por debajo del agua. Puede parecer que no existe, que es un personaje como Santa Claus, el diablo, Dios, o semejantes de los que todo mundo sabe, pero nadie ha visto.

Es más bien como un ninja. Silencioso, caminante de las sombras, asesino, eficaz en su trabajo, siempre puntual con sus deberes y sobre todo indeseable. Sí, así es la depresión, como un asaltante que brinca del primer portón al dar vuelta en la esquina.

Lo curioso es que a pesar de lo mucho que se habla del tema en televisión, radio, en la prensa, en redes y hasta en las escuelas, la gente parece nunca saber suficiente como para comprender a quienes la padecen. Sí, como leyeron, padecen, porque en efecto es un padecimiento, una enfermedad que no se elige y cuyas repercusiones tienen una magnitud increíble.

Siempre que alguien dice estar deprimido todo mundo espera verle llorando día y noche, hundido, sin comer o haciéndolo en exceso, con ojeras y un aspecto tan deteriorado que un cadáver luciría mejor. La verdad es que puede verse de muchas formas y, en gran parte de las ocasiones, luce más como una persona feliz, alguien risueño que disfruta al cien de su vida. Sin embargo, suelen ser quienes más desean irse pa´l otro lado (no, a Estados Unidos no).

No pretendo ofender a nadie, pero diría que es como el cáncer. Una enfermedad que te puede llevar a la tumba, que deteriora tu salud poco a poco: comienzas a perder fuerzas, duermes mucho o casi nada, aparecen otros padecimientos como colitis, gastritis, dermatitis y todas las itis que te puedas imaginar, a veces se cae el cabello, otras te la vives como un moco gracias a una gripe que parece nunca abandonarte. Lo más importante es el deterioro mental que te hace querer rendirte, que no te deja ver el otro lado del túnel.

Y si hablar de depresión es algo que muchos prefieren evitar (oiga no hable de cosas tristes), de la mano es necesario mencionar el suicidio, otro tremendo tema tabú que al mencionarlo pareciera que la gente pisara una caca. ¿Por qué no hablarles de suicidio en las escuelas? Lo que muchos piensan es que, si lo mencionas es como darles la idea, algo así como si dijeras tres veces Beetlejuice (suicidio, suicidio, suici...). Pero lo cierto es que no podemos tapar el sol con un dedo y que entre más ocultemos algo tan preocupante, más expuestos quedan a ello niños y adolescentes.

Ojo, no quiero decir que los adultos no piensen en ello, sin embargo, las personas mayores contamos con un mayor número de herramientas para enfrentar esos deseos, así como una menor carga hormonal. Y aun así nada de esto asegura que no lo intenten o lleven a cabo, por eso es tan importante no hacernos lolos al respecto.

Por otra parte, hablar de salud mental es como si esa caca fuera más bien una diarrea. La gente no quiere escuchar de psicólogos (no jefa, eso es pa locos) y menos de psiquiatras, además que con lo que cuestan, sobre todo en México, nomás de ver el precio se nos espantan todas las angustias y amsiedades. Mientras las autoridades no ven la necesidad de una atención psicológica gratuita, los lideres religiosos refuerzan la reticencia ante los especialistas de la salud mental con decirte que a usté lo que le falta es acercarse a Dios. Aviéntese un padre nuestro y ocho aves marías y verá que santo remedio. Oiga, pos no.

Yo creo que ya va siendo hora de quitarle el estigma al hecho de pedir ayuda para entender y tratar los problemas de las emociones. Hagámonos a la idea de que es algo muy común y necesario, deje de excusarse en pretextos vanos y atiéndase, tal vez hoy lo viva como ira o ansiedad, mañana podría ser depresión y luego una rosa roja sobre su tumba.

Hombres y mujeres por igual necesitamos apoyo, necesitamos sanar heridas, aprender a amarnos y perdonar, por más cliché que suene.

Así que, si saben orar, órenle a terapia.

Comentarios

  1. Sobre todo los precios, para nada accesibles, si te sentías triste, el monto es de 500 la sesión, se me quita la tristeza saber que una sesión es lo de tres días laborales pa una hora

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